jueves, 14 de abril de 2011

Despertar las capacidades sensitivas.

¿Cómo mejorar nuestra calidad de vida, y al mismo tiempo renovar nuestro entorno?




Estamos en un mundo en que la conexión con la naturaleza se va diluyendo, la comodidad sustituye a menudo a la conciencia, el verdadero bienestar.


Nuestra fuente de vida y de saber manaba de la conexión con la naturaleza, tanto si ese vínculo venía desde nuestro entorno o de nuestro interior.

Durante milenios el ritmo de los astros marcaba el paso del tiempo, esto se reflejaba en la alimentación, en las viviendas, la indumentaria. Desde hace poco más de una década la globalización marca con mayor claridad otra dinámica.

Edificios poco saludables hechos de hormigón, acero y cristal, aislados del exterior, microondas, wi-fi, antenas telefónicas, etc. Nuestra indumentaria también ha sido afectada por los nuevos tiempos degradando su calidad, lo mismo con la alimentación, el aire que respiramos, etc.


Pero toda esa lista y otras que pudiéramos hacer tienen su origen en un único factor que hemos descuidado: nuestra propia responsabilidad o conciencia.

Poco a poco nos hemos ido desconectando de nuestro entorno, aunque podríamos decir perfectamente de nosotros mismos. Hemos dejado que nos cambien nuestra conciencia o nuestra libertad por una falsa comodidad.

Tenemos que darnos cuenta de que en mayor o menor medida somos nosotros mismos los que generamos las situaciones que más tarde nos provocan desasosiego o malestar, tanto en los planos emocionales como a nivel material o ambiental.

El cuerpo nos habla, con sensaciones, con emociones, a las que hemos de prestar la atención que merecen, una vez abrimos este diálogo con nuestra parte física y la hacemos caso, nuestra sensibilidad se va refinando.

El cuerpo físico es una continuación del cuerpo energético, y una vez empezamos a sentir nuestro cuerpo y a actuar en consecuencia como sus cuidadores o su guardián, éste se nos ofrece con todo su potencial.

Como en toda habilidad o técnica hace falta un tiempo de práctica o una disciplina que vaya puliendo y perfeccionando nuestro enfoque y por tanto nuestra percepción.


Nuestro trabajo y responsabilidad consiste en retomar esa parte nuestra que descartamos bajo la presión de una cultura que nos limita y volver a alcanzar la totalidad de nuestro ser.

Esta forma de encarar la realidad nos permite desarrollar un criterio preciso para mejorar nuestro entorno más próximo, de una manera eficaz y directa, y por supuesto nuestra propia persona.

Recomiendo a todos aquellos interesados en desarrollar su sensibilidad y mejorar su bienestar que realicen alguna práctica habitual, cualquier actividad, que no sólo cuide su físico, sino además su espíritu.

Las ventajas que presenta seguir una práctica bajo la tutela de alguien experto son innumerables.


Asumamos nuestra responsabilidad para crear un mundo mejor, ¡Ahora es el momento!

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